La profesión de instructor de actividades y guía de montaña, en algunos países con tradición montañera como Francia o Suiza, son profesiones muy antiguas, reguladas, admiradas y respetadas. En España, y en especial en Cataluña, y gracias al trabajo de unos cuantos apasionados de la montaña e impulsores del oficio, el reconocimiento a la profesión y la formación está cada día más instaurada.
Eli Lagos es una de ellas: ama la montaña, le encanta enseñar y mostrar todo aquello que ha aprendido en sus más de 20 años de experiencia, y disfruta transmitiendo sensaciones y reenamorándose del entorno día a día. Trabaja con RocRoi desde hace años, y ha compartido aventuras como instructora de barrancos con miles de personas, que se han dejado guiar y aconsejar por ella, ya que es una chica activa, simpática, cercana y con un toque de humor muy personal.
Después de sacarse la carrera de ingeniería, Eli decidió dedicar su vida a hacer aquello que realmente le apasionaba: estar en contacto con la montaña. Nació en Santiago de Chile, pero al acabar la Universidad, obtuvo una beca para estudiar en la Escuela de Montaña de Benasque, a los pies del Aneto, y no dudó en aceptar; una formación que completó especializándose en barrancos en el Centro de Formación de Técnicos de la Escuela Pía.
¿Qué es lo que buscas en tu trabajo?
Busco disfrutar con los demás, y sobretodo, que la gente disfrute, superándose paso a paso. Me gusta el hecho de trabajar en contacto con la gente. Para mí, lo más importante de ser instructora es que los que me rodean disfruten de la actividad. Aquéllos que no han hecho nunca barrancos, que descubran algo nuevo; y en aquéllos con cierta experiencia, intento que se sorprendan de nuevo.
¿Qué es lo que más les puede gustar a los clientes de hacer barrancos?
El hecho de compartir una experiencia en grupo. Y sobretodo, el hecho de ponerse uno a mismo a prueba, constantemente, con los saltos, el recorrido, etc.
¿Por qué recomendarías a la gente hacer barrancos?
Hacer barrancos es una forma diferente de disfrutar de la naturaleza, ya que experimentas otro punto de vista de la montaña. Y además, es una de las actividades más completas que existen: primero, se crea el grupo, nace una unión, normalmente entre gente que no se conoce; y después, tienen que aprender la técnica e ir juntos por un circuito natural, con un suelo inestable y un ambiente diferente del habitual, ayudándose y animándose entre ellos, teniendo en cuenta la seguridad de todo el grupo. Los barrancos potencian la independencia de cada uno dentro de un colectivo, sacas lo mejor de ti junto a los demás. Hay casos en que la gente, incluso, al acabar el barraco, se convierten en amigos y vuelven a quedar para compartir otras actividades juntos.
¿Y para familias con niños? ¿También lo recomiendas?
¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Sobretodo!!! A los que más les recomendaría un descenso de barrancos es a las familias. Porque ves cómo los padres se atreven a dejarles más libertad a los hijos y aprenden a respetar la independencia de los los niños, viendo que cogen cada vez más seguridad; una seguridad que se les transmite a los padres también, de forma que acaban disfrutando todos juntos, aún más, de la actividad.
¿Qué consejos les das a las personas que empiezan con un barranco de iniciación?
Les doy, primero de todo, consejos de seguridad, y me aseguro de que están bien atados; y después, les explico la técnica básica: cómo andar, cómo sujetarse, etc. Y les digo, sobretodo, que compartan en todo momento sus sentimientos, que no se los queden dentro, que hablen con el guía y, si tienen miedo, que lo exterioricen, porque así no se les forzará a nada, sino que se les ayudará a llevar a cabo la bajada, pero con calma y animados de forma positiva, a su ritmo.
Explícanos un poco los diferentes barrancos que tenemos en la zona del Pallars, ¿qué diferencias existen entre ellos?
Este territorio es ideal para los barrancos, y los hay de todos los niveles. La dificultad de cada barranco está marcada por la cantidad de agua, la largada de los rappels, la altura de los saltos, etc. Por ejemplo, el Berrós y el Sant Pere son barrancos más cortos en el tiempo, un poco más espaciosos, más tranquilos, donde no hay tanta corriente. Entre medio, encontraríamos el Estaron Superior, que también es de iniciación, pero es un poco más largo. Y después, estarían el Estaron o el Infern, que tienen un poco más de nivel, porque tienen de todo (rappels, saltos, toboganes, etc..) y se necesita más técnica y resistencia física.
¿En qué crees que RocRoi se diferencia de las demás empresas que también hacen barrancos?
En la seguridad, la profesionalidad y en el trato con el cliente. A primera vista, parece difícil conseguir calidad con una empresa de las dimensiones de RocRoi, pero RocRoi lo consigue, y es gracias a la confianza que aportamos los instructores, a la cercanía con el cliente y a la gran seguridad que aportamos con nuestro material.
Cuéntanos algún momento que te hayas sorprendido en tu trabajo…
Me tocó muchísimo la historia de un niño que no hablaba. Sus padres me dijeron que no era una persona habladora y que no me preocupara. Pero, ¡qué sorpresa!, fue empezar la actividad y se metió de lleno en ella, tan de lleno, que empezó a hablar y a gritar. Hoy en día, sus padres aún me llaman para agradecerme haberle «desbloqueado» y haberle hecho vivir aquella experiencia. Yo tampoco lo olvidaré nunca.
¿A qué te dedicas en tu tiempo libre, cuándo no haces de instructora?
No desconecto nunca de la montaña. Disfruto rodeada de la naturaleza, por eso me gustan todo tipo de deportes de montaña. Ahora me he centrado mucho en la bicicleta y en las carreras verticales. Aunque… ¡de vez en cuando también me escapo a la playa a desconectar!
¿Cómo te ves en un futuro?
Me gusta mucho lo que hago, me chifla mi trabajo, pero también creo que debo dejar paso a las nuevas generaciones, los jóvenes que vienen detrás, vienen pisando muy fuerte… Así que me veo dejando los barrancos y el impacto físico, pero sin desvincularme de la montaña, puede que me dedique a hacer de guía en parques naturales, en museos, etc.